En una época en que la manipulación cuenta con la poderosa tecnología de la sociedad de la información y con que el ruido mediático se lo traga todo, haciendo la memoria cada vez más corta; en una época así, la cronología es un arma de conocimiento poderosísima.
Basta poner acontecimientos y declaraciones en orden cronológico para que la realidad comience a resultar más entendible. Eso ha hecho el periodista norteamericano Edward Jay Epstein, al reconstruir el día de la caída de Dominique Strauss-Kahn, el exdirector del FMI acusado de violación que aspiraba a rival electoral de Sarkozy. De ese orden surgen serias sospechas de que, además de su prepotencia y su irresponsabilidad, hubo un compló político contra él, que atañería al entorno del presidente de Francia. Un tratamiento cronológico que valdría la pena aplicar para esclarecer otros acontecimientos polémicos, como las guerras de la ex Yugoslavia o los GAL.
Ayer fue el día internacional contra la violencia de género, que es la forma eufemística de decir violencia machista. Las cifras lo dejan claro: alrededor del 80% de las personas que comenten ese tipo de delitos son hombres, así que el género de la violencia suele ser masculino. Una violencia que ha matado en España tantas mujeres en diez años como muertos ha causado el terrorismo de ETA desde 1979.
Sin embargo, la toma de conciencia de las dimensiones de esta tragedia colectiva, que golpea a todos los países, apenas si moviliza a una pequeña parte de la sociedad. Anoche, por ejemplo, en Lisboa unos pocos cientos de personas recorrían las calles bajo la iluminación comercial navideña. Romper el muro de intolerancia levantado por milenios de discriminación y desprecio hacia las mujeres es una tarea larga, que exige constancia y en la cual cada palabra, cada gesto, representa el tenaz y demoledor papel de una gota de agua.
La noche de las elecciones, al salir del teatro de Madrid en que está actuando, un grupo de seguidores del PP invitó a Viggo Mortensen a festejar su victoria. El actor ni aplaudió ni ondeó bandera. Razón por la cual le llamaron “puto socialista” y “maricón”.
Según Mortensen, más fiel al papel de Sigmund Freud que interpreta en su última película que al rey de El Señor de los Anillos, hay que vigilar a esa clase de gente. Sabio consejo pues esas primeras reacciones en la victoria funcionan como los actos fallidos en el psicoanálisis: revelan las pulsiones latentes en el inconsciente. La derecha española no viene de la lucha antifascista, como la francesa, ni de la tradición liberal anglosajona. Fue fundada por un ex ministro de Franco y lleva dentro los fantasmas del españolismo autoritario. La pieza teatral en que actúa Mortensen se titula Purgatorio. Ojalá no sea una premonición de los tiempos políticos que nos esperan.
Según la teoría del caos, el batir de alas de una mariposa en Japón puede causar un terremoto en Perú. Gestos mínimos que se expanden en una cadena inimaginable de causa-efecto y van creciendo como ciclones. No es extraño, pues, que beber un café en el Barrio Latino de París acabe desatando la guerra de Libia. Es lo que reivindica el filósofo Bernard Henri Levy cuando afirma haber convencido a Sarkozy de atacar a Gadafi.
BHL (así le llaman en Francia) se ha pavoneado, ante la convención de organizaciones judías reunidas en París, de sus méritos como partero de una guerra que dice no amar, pero que hace suya. Sus razones: los derechos humanos, el protagonismo de Francia y su “fidelidad al sionismo y a Israel”. Decía Marx que cuando la historia se repite lo hace como comedia. Por eso este sangriento filósofo que no ha aprendido nada de los horrores del último siglo resulta una grotesca caricatura del intelectual comprometido.
Aún no gobierna y ya están los marcados exigiéndole a Rajoy que tome medidas. En su lenguaje, eso quiere decir recortar derechos sociales e inversiones del Estado, bajas salarios a los empleados públicos, inyectar dinero en la banca privada. Es decir, sacar el dinero del bolsillo de los que menos tienen para meterlo en el bolsillo de los que tiene más.
La agencia de calificación Fitch califica el cambio de gobierno como “ventana de oportunidad”. ¡Con qué descaro se expresa esta gente! Si alguien no lo tenía claro ahora ya lo sabe: el PP es una oportunidad para que los mercados exijan el sacrificio de la mayoría y, así, el monstruo de la crisis no nos devore. Igual que en el mito del Minotauro, cuya ira sólo se aplacaba matando jóvenes. Pero desde Creta sabemos que los monstruos, en realidad, eran aquéllos que hacían matar a jóvenes en un sacrificio inútil. Porque los Mercados, como el Minotauro, son sólo una excusa del poder.
Desde Plutarco y sus Vidas paralelas, seguir el derrotero de un hombre público, y compararlo con otra figura ilustre, dice mucho tanto de la condición humana individual como de la colectiva. No sería mala idea repetirlo hoy con los presidentes entrante y saliente de España: Rajoy y Zapatero.
Zapatero llegó al poder tras los atentados del 11-M y lo hizo con un compromiso fuerte por la paz y los derechos sociales. Sacó a España de Irak, buscó el fin de ETA en la tregua y legisló a favor de homosexuales y mujeres. Después llegaron la crisis, los recortes y el nuevo militarismo “humanitario” en Libia. Sólo el adiós de ETA da por cumplido un compromiso. En ese proceso, Rajoy ha sido enemigo feroz de retiradas militares y ampliación de derechos. Y el PP, el gran agitador de la desconfianza internacional hacia España. Zapatero echa la culpa al viento de la crisis, sin arrepentimiento. Rajoy despliega velas en ella, sin vergüenza.
La crisis económica ha marcado el resultado de las elecciones en España. El legítimo descontento ha castigado al partido del gobierno mientras la derecha se beneficia de la fidelidad de sus votantes, que se basa no tanto en la fe en sus propuestas como en el odio al adversario.
Los problemas siguen siendo los mismos: cómo salir de la crisis sin destruir los mecanismos de solidaridad; cómo reformar el sistema político para que sea verdaderamente representativo. De un PP con mayoría absoluta no cabe esperar una reforma de la ley electoral que acabe con la vergüenza de que un partido con el 44% de los votos tenga el 53% de los diputados. Tampoco una defensa de los derechos sociales ni la exigencia de responsabilidades a los mercados. Una izquierda dividida ha perdido frente a una derecha unida. Pero la unidad de la izquierda será imposible mientras el PSOE siga aceptando la lógica neoliberal. O cambia ahora o no lo hará nunca.
Uno olvida la magia de los prodigios cuando estos se vuelven cotidianos. Llamar desde un aparato que se lleva en el bolsillo a un amigo que vive a 12.000 kilómetros de distancias resulta hoy banal, cuando no deja de ser asombroso. De la misma manera, acudir a votar para expresar la opinión propia y elegir al futuro gobierno del país es un acto al que algunos incluso renuncian por aburrido o inútil, cuando ha costado millares de vida tener el derecho a ejercerlo.
Quienes han vivido bajo la dictadura recuerdan bien la lucha para lograr poder hacer oír la voz de todos. Las persecuciones sufridas por ello; lo lejano, casi imposible, que parecía llegar un día a poder disfrutar de la libertad de elegir, aunque fuera equivocadamente, a nuestros gobernantes. La democracia puede saber a poco cuando se vive cada día, pero sin ella la vida es aún más amarga. Y el voto es el músculo que la sostiene. Si no se ejercita, se atrofia. Que conste.
Faltan 24 horas para que comiencen las elecciones generales en España y los mercados financieros están lanzados al ataque contra la economía española. En política, las casualidades no existen, de modo que hay que preguntarse el porqué de este inoportuno ataque y a quién, oportunamente, beneficia.
Esta amenaza de rescate sólo puede responder al propósito de los mercaderes, que mueven el mercado de capitales, o sea, los capitalistas (llamemos de una vez a las cosas por su nombre), de imponer la llegada al gobierno de un cómplice que no tenga mala conciencia. El PSOE, tras el correctivo de las elecciones de mayo, pretende distanciarse de sus exigencias, así que su apuesta por el PP parece clara. Mañana hablan los ciudadanos y si no aprovechan su voto para dar al PP una e-lección (con e de lección ejemplar), privándole de mayoría absoluta, van a sacrificar democráticamente a la propia democracia en el ara de los mercados.
Desde que el Tribunal Supremo anuló las condenas contra cuatro guardias civiles por las presuntas torturas a los dos etarras que colocaron la bomba del aeropuerto de Barajas en 2008 (la que puso fin a la tregua y mató a dos emigrantes que esperaban a sus familiares), el mundo pro ETA anda escandalizado.
Una prueba más de la doble moral de quienes han defendido tantos años el tiro en la nunca como argumento. Los jueces creen que los terroristas mienten. Con toda lógica. El propio exlider de la banda, Txeroki, recomendaba a sus militantes en un documento interno hacer falsas denuncias de torturas si les detenían. Y en la escala de valores, mentir está muy por debajo de matar. Quien se cree autorizado a asesinar a alguien o a volar un edificio público, ¿puede tener credibilidad? La paradoja es que, con su uso de falsas denuncias y su impiedad, los propios etarras facilitan que si llegan a ser de verdad torturados, nadie les crea.