Habría que declarar al periodista “especie en vías de extinción”. La agonía del oficio periodístico coincide paradójicamente con la máxima expansión de los medios de comunicación. La información se ha convertido de verdad en el cuarto poder o, más aún, en poder de poderes pues es pieza angular de una sociedad fundada sobre la Opinión Pública. Pero el periodismo está en decadencia.
En los diarios más serios abundan las crónicas en las que el periodista opina en vez de limitarse a contar los hechos. La primera independencia de un periodista ha de ser frente al consejo de administración de su medio, pero hoy los intereses “empresariales” determinan los contenidos de los diarios. Y la demagogia del “todos podemos ser periodistas” hace desaparecer el rigor y el criterio. Por el camino que va el oficio, el periodista no tardará mucho en hacerle compañía al pájaro Dodo: la nueva especie de los voceros habrá ocupado su lugar.
El organismo encargado de organizar la extensión del conocimiento en el territorio situado al sur del Perú y al oeste de Argentina ha decidido llamar régimen militar al sistema de control extremo sobre la población de dicho territorio, que incluía metodologías como la supresión pública o privada de las constantes vitales de miles de sus ciudadanos, y era conocido antes por el nombre de dictadura.
Según tan sabia decisión es recomendable usar nuevos eufemismos: Torturadores y genocidas serán “individuos que tenían la tarea de verificar los efectos de la electricidad aplicada al cuerpo humano y de provocar las consecuencias de la repentina invasión de un objeto de plomo desplazado a gran velocidad al impactar sobre la carne de una persona”; los sinvergüenzas serán denominados como “responsables de la gestión de la cosa pública presentados en las candidaturas del partido heredero de los anteriormente citados”.
Primero fue el asedio al Centro Niemeyer de Avilés. Ahora es la falsa acusación de desvío de dinero para “gastos de boda” (la de Pilar del Río y Saramago) lanzada contra la Fundación José Saramago en Granada. Los nuevos cargos de la derecha atacan las iniciativas culturales vinculadas a intelectuales de izquierdas. A la manera que les es propia: con sectarismo y acusaciones sin verificar.
Para la derecha española, la política no es servicio público sino negocio privado. Ejerce el poder sin medir consecuencias, si acaso limitándose a pedir perdón de cara a la galería. Pero cuando un responsable público actúa como un irresponsable, dañando a la sociedad, debería rectificar o dimitir. Carlo M. Cipolla dice que el estúpido es el “que causa mal a los demás e incluso a sí mismo sin obtener provecho para sí”. En los casos de Avilés y Granada todavía no se sabe si se trata de estúpidos o de canallas. Pero el daño que hacen es seguro.
La Seguridad Social española tiene déficit por primera vez (una oportunidad de negocio para la sanidad privada). El recorte en ayudas a personas dependientes deja sin prestación a 30.000 ciudadanos españoles, que la necesitan para tener una vida digna. El gobierno de Rajoy aprueba avales a la banca por valor de 100.000 millones de euros. Son hechos. Ahora, echemos cuentas.
Dos premios Nobel de economía, Krugman y Stirglitz, insisten en que la obsesión por recortar el déficit del Estado lleva a la recesión en un círculo infernal: con menos ayudas sociales, menos inversiones públicas y congelación salarial, el consumo cae y el paro crece. Un camino directo al déficit de la Seguridad Social. Se detraen miles de millones del gasto público y se hace un aval millonario a la banca. Y con la mitad de los sueldos de los ejecutivos bancarios se mantendrían las prestaciones de dependencia recortadas. Esto es un verdadero robo.
En las islas Baleares se exige a las mujeres que paguen el aborto por adelantado, como si fuera un crucero mediterráneo y no un drama. En Tarragona, quien sufra un infarto después de las cinco de la tarde se puede olvidar de acudir a los hospitales locales porque a partir de esa hora cierra el servicio y tendrá que hacer cien kilómetros para que le atiendan. Hay ya varios casos denunciados de fallecidos por deficiencias en la atención médica en Cataluña.
En Portugal, los pacientes van a pagar 20 € por ir a urgencia hospitalarias (en un país cuyo salario mínimo no llega a 500€ al mes) lo que convierte la enfermedad en un lujo para los pobres. En la prensa y en los Parlamentos europeos se discute sobre el alcance de los recortes del gasto del Estado. Se cruzan teorías económicas y acusaciones, pero lo que se está recortando no es el gasto sino la vida de los ciudadanos, una vida que no vale nada para los soberbios gobernantes de Europa.
Repasar la actualidad es cada vez más como adentrarse en una de esas series policiales que invaden la televisión: muertos por doquier, mentiras, corrupción y tecnología. La realidad produce vértigo, al menos la realidad mediática, porque luego en la calle la vida sigue obstinada y multifacética, alejada de ese mundo en blanco y negro que se nos pinta.
Es cierto que la crisis está haciendo la vida cada vez más estrecha a la mayoría. Pero a ello se suma el miedo que propagan las autoridades. No hay líder europeo que no vaticine un año horrible. No es que dispongan de una bola de cristal donde ver el futuro, es que son ellos mismos quienes están hundiendo a la sociedad en la desesperación con una política económica destinada en realidad a enriquecer a unos pocos, pero que se presenta como inevitable y científica. Saben muy bien lo que están haciendo: el miedo es la cortina de humo que necesitan para esconder su responsabilidad.
Antiguamente el caballo era símbolo de posición social. Poseer uno y tener derecho a montarlo era ser un caballero, alguien por encima de la plebe. El automóvil se ha convertido en símbolo de nuestra sociedad. El acceso mayoritario al auto expresa el nuevo papel de la plebe (hoy pueblo) en la Historia. Pero el valor simbólico del coche va más allá.
Es la representación del insolidario individualismo imperante, por el que se paga un precio doblemente terrible: en contaminación que amenaza al planeta y en vidas humanas, con 3.000 muertos al año en accidentes de auto en el mundo (cifra que deja en ridículo a los terroristas). Y es medida del estado de riqueza de un país y espejo de su desigualdad: Las cifras de ventas de coches en España son las más bajas desde 1993; sin embargo, el sector de coches de lujo se ha disparado. Prueba definitiva de que si la crisis la sufre la mayoría, hay una minoría que se está haciendo de oro con ella.
Si de algo necesita liberarse urgentemente la Unión Europea es de la concepción de la política imperante en ella y de los políticos que la dirigen. Que los países que acumulan gran parte de la riqueza del mundo recorten derechos sociales, congelen salarios y prediquen el miedo al futuro como herramienta política mientras sus élites política y financiera acumulan poder y dinero desvergonzadamente, es señal de que hay que cambiar de rumbo ya.
El bipartidismo que divide Europa entre partidos socialistas y conservadores (con algunos grupos minoritarios marginalizados institucionalmente) ha revelado su verdadera condición: económicamente son las dos caras de la misma moneda. Sus diferencias son de matiz y de gestos: es la elección entre lo malo y lo peor. Hacen falta otra política y otros políticos. Y ciudadanos con coraje para emprender ese giro. Es hora de rescatar la democracia de sus manos antes de que sea tarde.
Dios Cronos, viejo e incansable, reiterativo y teatral, siempre fingiéndote nuevo. Tuyo es el poder y la triste gloria de gobernar la vida entera, de acumular años como un avaro, desmigar minutos con maneras de hambriento, alargar las noches cual amante y acortar los días cual usurero.
Eres escritor de existencias, testigo de lo invisible, notario de afrentas, jardinero de esperanzas, soplón de secretos, malabarista de la materia que de la piedra haces arenisca y al agua conviertes en piedra. Gran decorador del mundo, caprichoso con las formas, tramposo titiritero de la memoria, compañero inseparable hasta que la muerte nos separe, la nuestra, no la tuya, que te pretendes eterno. Y sin embargo, nosotros somos tu reloj, tus inventores, los esclavos sin los cuales nada tienes. Hoy inauguras de nuevo tu reino. Que sea para bien, viejo embustero. Tienes 365 días más para mostrar que haberte creado no ha sido tan necio.
Se acaba 2011. Pocos años habrán sido despedidos con tantas ganas como este que acaba. Pocos han sido recibidos con tanto recelo como el que comienza mañana. Hace semanas que se oye a nuestros líderes decir que el mundo no volverá a ser lo que era. Pero el mundo lleva sin ser lo que era desde el origen de los tiempos pues el cambio es la esencia de la vida. ¿Qué se quiere decir pues con esa obviedad?
Uno podría ilusionarse pensando que es el anuncio del fin de las injusticias, de la codicia como medida de todas las cosas, de la violencia como herramienta política, de la discriminación y el hambre. Pero más bien parece que se anuncia el fin de los derechos sociales adquiridos tras siglos de lucha. De lo que nadie habla es del final del capitalismo, presentando como sistema inamovible. Regresar a la explotación del XIX es imposible. ¿Qué nuevas formas de opresión están por llegar? Probablemente este nuevo año empezaremos a saberlo.