Un millón de gracias

Martes, 22 Julio 2014 14:02
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El blog de periodismo independiente “Fuera del juego” llega al primer millón de visitas tras dos años y nueve meses de existencia. En sus 731 publicaciones he intentado comentar la actualidad con sentido crítico, pero también buscando la veracidad, sin plegarme a intereses políticos, económicos o ideológicos.

No es fácil salvaguardar la independencia de criterio cuando la opinión mayoritaria en los medios de comunicación es tan sectaria. La objetividad absoluta es imposible (todo periodista tiene su propia mirada subjetiva), pero renunciar a intentar siquiera aproximarse a ella lleva a la manipulación y la demagogia, inevitablemente. Hacen falta voces dispuestas a meter el dedo en la llaga de las posiciones que no comparten, pero también en las que les resultan más próximas. Y lectores dispuestos a apoyarlas. Un millón de gracias pues a quienes, con su lectura, han dado a este blog la dimensión que hoy tiene.  

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Hace once días de la noticia del atroz secuestro y asesinato de tres adolescentes judíos en Cisjordania por extremistas palestinos. La espiral de odio y venganza se cobró enseguida otra víctima: un niño palestino quemado vivo por extremistas judíos.

Hoy el ejército de Israel lleva matado más de medio centenar de civiles palestinos, de los que 23 eran niños, en los feroces bombardeos con los que está respondiendo al crimen de los tres adolescentes y al lanzamiento de cohetes por parte de Hamas, que mantienen en tensión a la población israelí pero sólo han causado hasta el momento dos heridos. Ninguna causa, por legítima que se pretenda, justifica el desproporcionado ataque militar israelí, ni el asesinato de los adolescentes judíos. Hay que exigir que se detenga el horror. Y hacerlo en nombre de las víctimas, no sólo de las que los bombardeos causan sino también de las que son usadas como justificación para la masacre.

*Link a la noticia del asesinato de los adolescentes judíos: http://www.eldiario.es/politica/yihadista-autoria-asesinato-jovenes-israelies_0_277523110.html

Link a la noticia del asesinato del niño palestino:http://internacional.elpais.com/internacional/2014/07/06/actualidad/1404646946_956254.html

Link a la noticia de los bombardeos en Gaza: http://internacional.elpais.com/internacional/2014/07/11/actualidad/1405062449_461406.html

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Es difícil escribir sobre un amigo cuando acaba de morir, porque es en la muerte cuando las palabras se convierten sólo en sonidos, en garabatos negros sobre el papel.  Sólo después nos damos cuenta de que curan o, si no lo logran plenamente, al menos calman el dolor.

Escribo pues sobre Ana María Matute, que se ha ido a los 88 años, una mujer anciana, menuda, fotografiada en su silla de ruedas en los últimos tiempos; y sin embargo es la imagen de una niña la que acude a mi cabeza. Esa niña que protagoniza tantas de sus historias, también la que nos deja como un último regalo: “Demonios familiares”. Esa niña de ojos grandes y mirada directa − entre la indagación, el asombro y el espanto− que ella misma fue un día y que la siguió habitando hasta el último momento. “Nos morimos niños viejos”, me dijo una vez, hace ya tres décadas, en su apartamento de Barcelona mientras tomábamos un whisky y me leía fragmentos de la novela que escribía y reescribía incesantemente desde hacía años: “Olvidado rey Gudú”. Creo que tenía razón.

Otra imagen más reciente acude ahora a mi memoria. Una escena vivida en 2011, en  San Juan de Puerto Rico durante el Festival de la Palabra. Ana María estaba sentada en un patio, en plena noche calurosa, rodeada de buenos y reconocidos autores mucho más jóvenes que ella: Santiago Roncagliolo, Karla Suárez, Iván Thays, Guadalupe Nettel, Andrea Jeftanovic... Ella sostenía en la mano una copa de vino blanco y hablaba de literatura. No hablaba de ventas ni de editores ni de críticas ni de premios. Hablaba de literatura, de personajes que sufrían y soñaban, de sombras y miedos, de palabras capaces de despertar cosas que ni siquiera sabíamos que llevábamos dentro. Y sus jóvenes colegas la miraban con la fascinación y la gratitud dibujadas en el rostro. Estaba hablando de literatura. De la de verdad. La que no depende de éxitos ni de fracasos. La que consigue nombrar el mundo y, a la vez, construir un mundo propio.

Eso ha sido Ana María Matute, una Escritora con e mayúscula en unos tiempos mezquinos, como quizás lo sean todos, que nunca consiguieron encasillarla, porque su escritura anduvo entre el realismo y la fantasía como esos gitanos que tanto le gustaban, errante y misteriosa, sin dejarse atrapar por normas ni dictados. Podemos consolarnos pensado que nos quedan sus palabras. Como lector, es cierto. Como amigo, no basta.

*Este texto también fue publicado en El Periódico de Catalunya, el 27 de junio de 2014. Link al artículo: http://www.elperiodico.com/es/noticias/ocio-y-cultura/literatura-verdad-3334548