El filme “The Artist” ha tenido el coraje de dar al cine mudo un lugar en la propuesta artística de la era de la comunicación y el ruido. Esa apuesta de riesgo parece querer señalar la depreciación de la palabra en la sociedad de la imagen. Una depreciación que no nace tanto de la incapacidad de las palabras para nombrar el mundo como de una adulteración y banalización del lenguaje que llega hasta lo literario (prensa incluida).
La logorrea de nuestra época aturde. Este es un mundo de cotorras en el que el griterío mediático amenaza con dejar mudos a los creadores más interesantes y arriesgados, reduciendo la diversidad artística a una franja cada vez más angosta e inaudible. “The Artist” responde con brillante precisión a los versos de la poeta cubana Fina García Marruz, reciente premio Reina Sofía de poesía, en su poema a Chaplin: “no es que le falte/ el sonido/ es que tiene/ el silencio”. El necesario silencio para pensar.