Hoy hacemos como si Jesucristo hubiera nacido la noche del 24 al 25 de diciembre pero no es cierto, esa fecha la impuso el papa Julio I en el año 350 después de Cristo para hacerla coincidir con la antigua celebración del dios Saturno de los romanos y con la celebración del solsticio de invierno de los rituales paganos. Fue una fecha fingida (antes de ese año se celebraba la fecha de nacimiento de Cristo el 6 de enero) y a su mentira se atiene hoy el mundo católico entero.
¿Cuál es el papel de las mentiras en la Historia? De sus virtudes en la literatura tenemos pruebas sobradas. Lo fingido verdadero es la esencia del arte: ficciones que nombran la verdad con sus embustes. El arte miente pero no engaña. Pero en la vida social, la mentira suele ser letal. Poco importa que Cristo naciera un día u otro (queda el dato del oportunismo de la Iglesia, tan revelador). El problema es su pedagogía: prepara el espíritu a aceptar nuevos embustes.