Los pequeños gestos son a veces muy reveladores de la realidad. El discurso de investidura como jefe de gobierno de España de Mariano Rajoy tuvo un tono ambiguo con anuncio de recortes y buenas intenciones para los parados y los jóvenes. Lo revelador fueron los aplausos de sus diputados del PP porque aclaran la verdadera primacía de valores.
La primera ovación fue a la declaración de fe en la capacidad de los españoles para salir adelante (un Arriba España moderno). La siguiente, para el pago del IVA de los empresarios sólo cuando estos lo hayan cobrado (los negocios ante todo). La tercera, para la supresión de puentes festivos (aviso a los trabajadores). El poder posmoderno recuerda al de la época merovingia: la casa del señor y sus intereses son la medida de la sociedad. El PP tiene un programa destinado a que en su casa, que es la de los mercados y los grandes empresarios, haya orden y prosperidad. Cómo no van a aplaudirse.