La retórica de la banda terrorista ETA y su entorno ha presentado siempre sus crímenes como parte de un conflicto militar, en el que ambas partes estarían parejas en el recurso al crimen. Es la llamada equidistancia, que presenta como iguales a las víctimas de ETA, a los muertos en enfrentamientos con la policía y a los asesinados por grupos paramilitares como los GAL o el Batallón Vasco-Español.
Colocar en el mismo plano a victimas de los atentados de los GAL y a etarras fallecidos en un tiroteo con la policía es hipócrita: no es lo mismo asesinar que perseguir asesinos. ¿Qué decir de poner al mismo nivel a niños que murieron por la explosión de un coche bomba y a etarras fallecidos por la detonación accidental del explosivo que manipulaban para poner un coche bomba? Pero no se puede ignorar que desde las filas del Estado se cometieron asesinatos. La equidistancia entre reconocer e ignorar la verdad también es inaceptable.