En Nueva Caledonia, territorio francés de ultramar, se ha celebrado un referéndum de independencia con total normalidad, como sucedió en el Quebec de Canadá y en la Escocia del Reino Unido. Porque en los países donde la democracia es de verdad no hay miedo a dar la palabra a los ciudadanos. No como en Cataluña, donde se les niega sistemáticamente el derecho a pronunciarse sobre su posible independencia. Además, el resultado ha sido la victoria de los partidarios de permanecer en Francia, lógicamente, pues nada empuja más a la separación que la represión.
Mientras tanto en Alemania se juzga a un nazi que participó en los campos de exterminio en Polonia, y nadie dice que eso "reabra las heridas de la guerra" como afirma la derecha española cada vez que se pide que los genocidas y torturadores franquistas rindan cuentas. Son lecciones democráticas europeas a imitar por una España cuya democracia está al borde del colapso.