Esperanza Aguirre ha dimitido como presidenta del PP de Madrid en medio de una oleada de registros y detenciones de militantes del PP por corrupción. Visto el oscuro futuro de Mariano Rajoy, la retirada de la dirigente neoconservadora española, hábil en las más sucias mañas para conservar el poder, podría ser interpretada también como una jugada estratégica para intentar hacerse con la dirección del Partido Popular. No sería de extrañar, ya dice el refrán que mala hierba nunca muere.
Pero una cosa son la ambición desmedida y las malas artes de esta representante de lo peor que ha dado la clase política española y otra cosa es la tenacidad de los hechos. Y éstos prueban que quien acaba de dimitir ha sido líder de los corruptos del PP de Madrid, alguien dotado con el raro don de rodearse de sinvergüenzas diciendo que no sabía que lo eran. Con ese currículum la única dirección que debía esperar tomar es la que lleva al juzgado.