Los lugares comunes son como el alcantarillado de la ciudad: necesarios para desaguar los malos humores, pero poco recomendables para vivir en ellos. Asfixian. Hoy sabemos la gravedad de los problemas que la Humanidad afronta pero, en vez de tomar medidas que vayan a su raíz, se toman medidas razonables. Ese es el gran lugar común: “no ser radical sino razonable”.
El problema es que la razón no es una sino muchas. No existe una sola lógica. Y las medidas que parecen tan razonables a quienes detentan el poder pueden ser disparatadas para la mayoría de la Humanidad. Consolidar lo destruido en la Amazonia, como se propone en Brasil. Imponer un nuevo tratado europeo excluyente, como pretende el dúo recortador franco-alemán. Aplazar las medidas contra el calentamiento, como hacen EE.UU y China. Son medidas que van a llevarnos razonablemente a la catástrofe. Como repintar la fachada cuando fallan los cimientos de la casa.