La FIL de Guadalajara vuelve a poner el foco de la atención mediática sobre la literatura. Arte y comercio reunidos, por ese orden, tal es (o debería ser) el mundo del libro. Este año sale a la luz una lista de nuevos autores latinoamericanos desconocidos fuera de sus países, que estarán en el candelero por diez días.
Una iniciativa que da continuidad a las de los últimos quince años: de McOndo a Bogotá 39 y Granta. Buenos esfuerzos para presentar la riqueza y diversidad de los herederos del “boom”. Sin embargo, una vez señalados en sus inicios, el mercado editorial se desentiende en muchos casos de las nuevas obras con que esos mismos escritores continúan su camino. El candelero es soporte de una vela, luz que por definición está llamada a apagarse. Sin el apoyo sostenido de los editores a los autores que van dejando de ser novedad, cada nueva lista reveladora sólo será moda pasajera. Y la literatura crece en la permanencia.