Resulta escalofriante la ligereza con que muchas personas, que serían incapaces de reventar la cabeza con un martillo a la niña pequeña de sus vecinos, proclaman la necesidad de bombardear Siria para “defender” a los civiles. Porque los bombardeos también matan familias. Para justificarse afirman que hay que “hacer algo” para detener las masacres de la guerra civil siria.
De acuerdo, pero ¿cómo se va a considerar legítimo y justo que nuestros ejércitos maten inocentes a su vez? ¿Basta decir: fue sin querer? El suyo es un razonamiento ciego al riesgo de generalizar la guerra y a la evidencia de las matanzas de civiles por los ataques redentores en las últimas guerras “justicieras”. ¿Se puede acallar la incomodidad de la conciencia ante las atrocidades de otros, cerrando los ojos ante las consecuencias de los actos propios? ¿A cuántos seres humanos habrá que matar esta vez para que los redentores duerman tranquilos?