La delegada del Gobierno en Madrid ha empezado a poner multas de miles de euros a participantes en los escraches ante domicilios de diputados. Con ello ha dinamitado el debate sobre la manera de regular estos actos. En este blog se ha señalado la conveniencia de que en los escraches se actúe con prudencia. Pero la prudencia, que es un criterio subjetivo, no autoriza a negar el derecho fundamental de manifestación.

La actitud dictatorial del Gobierno y su delegada obliga ahora a elegir entre apoyar la represión de las protestas de los desahuciados o apoyar sus escraches, por molestos que sean. Una dirigente del PP, Santamaría,  ha argumentado para rechazar los escraches: “mi casa es el terreno de mi familia”. Pero es que la política que practica su partido ha sacado a miles de familias del “terreno” de sus casas y las ha puesto en la calle. Los escraches son la realidad llamando a la puerta. Y la realidad no se borra con multas.