Noche de Difuntos. La entrada al día de Todos los Santos. La ocasión de transformar las calaveras en dulces, en México, o de vestir disfraces infantiles, en Estados Unidos. ¿Cómo celebrarán la fecha las aguas del Río Bravo, según lo llamen del lado mexicano, o Río Grande, si lo nombran los estadounidenses? Ellas son sarcófago fugaz de tantas vidas, que bien pudieran tener una opinión. Como las aguas del canal de la Florida o las del estrecho de Gibraltar.
En el globalizado planeta de las estadísticas, sabemos las de cada epidemia de gripe o las de la implantación de Internet en el mundo, pero no hay cifras globales de los muertos cosechados en tantas fronteras donde quienes buscan desesperadamente una vida mejor terminan por perderla. Trágicos sueños que se repiten como olas, como un latido, como los versos que Bocángel escribió en el siglo XVII: “Tu obstinado cadáver nos advierte / que hay vida muerta, pero no vencida”.